Había una vez una casa abandonada en mitad de un pueblo que estaba llena de polvo. Se pusieron todos perdidos y cascaron porque era un polvo tóxico y se volvieron mutantes. Fueron al pueblo de su tía abuela Felisa para comprar polvorones. Aunque era Navidad sentían el peso de la culpa sobre sus almas. Y entonces el cura siguió hablando y dando la chapa a niños que no entendían por qué no se puede usar protección. Mientras, protección civil no pudo ir a la tienda porque se cruzó con un camión lleno de chuches y juguetes, pegó un golpe y se mató. Pero meditó mucho antes de morir, en sus seis horas de agonía y finalmente llegó al Nirvana. Simultáneamente, un nene de Jamilena (que estaba muy bueno), se llamaba Kurt Cobain, integrante de una banda y fallecía en aquella casa, debido a un picotazo de abejorro porque no tenía After Bitte.
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